Michael Bisping exige una revolución en las reglas de la UFC y está listo para alzar la voz. No es que el ex campeón de peso mediano se haya convertido en el abanderado del juego limpio de la noche a la mañana, pero después del caos visto en el evento principal de la UFC en Seattle, es hora de hablar claro y directo. El problema: esos malditos piquetes de ojos.
La noche del sábado debería haber sido un espectáculo épico de destreza y técnica en la jaula, pero terminó en confusión y frustración. Cuando el sudor y la sangre se mezclan en la lona, lo que menos necesitas es que un dedo errante arruine la noche, no solo para los guerreros en la jaula, sino para las legiones de fanáticos.
Pongamos las cartas sobre la mesa. El evento que se celebró en Seattle el 15 de octubre debía ser una danza brutal del striking y el grappling. Pero en lugar de ver el clásico choque de titanes, lo que tuvimos fue un combate saboteado por incidentes que Bisping ahora quiere convertir en un catalizador para el cambio.
“Si puedes romperle la cara a alguien y salir sin una sanción, todo se va al garete. Queremos competencia, no peleas de bar con reglas inexistentes”, dijo Bisping con la misma contundencia que lanzaba sus derechazos. Y está en lo correcto. En su época, Bisping no era ajeno a los enfrentamientos duros, su ojo derecho, o lo que solía serlo, es testimonio de sus batallas.
Lo ocurrido el sábado no solo afecta el presente de la UFC, sino que amenaza con desvirtuar la integridad de cada combate futuro si no se toman medidas. La controversia del piquete de ojos tiene que ser atendida antes de que se vuelva un patrón, afectando clasificaciones y carreras enteras.
En la esquina roja, teníamos a un striker prolífico, rápido, con una precisión quirúrgica en sus golpes directos – una bestia del octágono. Frente a él, un técnico del grappling, un maestro del derribo y del control en el suelo, capaz de asfixiar cualquier chispa de ofensiva. Fue el choque de estilos lo que prometía electrizar las gradas. Pero el infame dedo en el ojo terminó siendo el protagonista indeseado.
Los piquetes de ojos son un error de técnica que a veces ocurre en el fragor del combate, pero la frecuencia de estos eventos preocupa a la comunidad. Porque seamos claros, nadie quiere ver otra batalla destrozada por un acto tan evitable como es peligroso. Es hora de una reevaluación. ¿Cómo logramos hacer los guantes más seguros? ¿Cómo entrenamos a los árbitros para que sean más proactivos?
Bisping quiere que la UFC implemente consecuencias más severas. “Si no castigas los errores, seguirán sucediendo. Y eso no es UFC, no es nuestro deporte”, declaró. No va a dejar que este tema se pase por alto. Claro está que el británico empujará los límites hasta que se implemente un cambio real.
El impacto en los rankings es claro. Si estos eventos desconciertan peleas claves, los luchadores nunca avanzarán como deberían. Es como un sueño en pausa. ¿Quién es realmente el mejor si el resultado de la pelea depende de un dedo errante?
Así que, ¿qué dices, Dana White? ¿Es hora de escuchar a los veteranos y hacer que las normas protejan de verdad? Los fanáticos del deporte, listos para una verdadera determinación dentro del octágono, esperan respuestas. Es momento de que cada golpe, cada lágrima y cada grito cuente. ¿Tu vista? Salvada. ¿Tu honor? En juego. Esto no es capricho, esto es justicia octagonal.
Comparte tu opinión. ¿Debería la UFC endurecer las normas? ¿Es esto algo que se puede entrenar o deberíamos cambiar los guantes? Es tu turno para intervenir.